
Aceptar no es resignarse; es reconocer lo que ocurrió sin adornos ni tampoco dramatismos. Es dejar de pelear con la realidad para poder sentir lo que está ahí, sin necesidad de etiquetarlo.





Aceptar no es resignarse; es reconocer lo que ocurrió sin adornos ni tampoco dramatismos. Es dejar de pelear con la realidad para poder sentir lo que está ahí, sin necesidad de etiquetarlo.

Nuestros pensamientos, moldeados por lo vivido, se convierten en filtros que interpretan cada situación. Y lo curioso es que terminamos respondiendo como si fuera la verdad absoluta.

No es cursilería, es neurociencia emocional: la autocompasión, la aceptación de nuestras luces y nuestras sombras, y la autoestima profunda, son la base para poder ofrecer un amor sano a los demás. Quiroz Adame lo resume así: “El amor es un acto de creación. No es algo que se encuentra, es algo que se construye.”

El desarrollo personal, en su esencia, nos invita a desvelar lo que ya somos. Es el arte de vivir conscientemente, de escucharnos en silencio y de responder a la vida —no desde el miedo, sino desde la presencia, la compasión y la responsabilidad interior.

El 25 de noviembre nos recuerda las voces silenciadas y nuestra responsabilidad de escucharlas. En Mujer y Poder, cada historia de resistencia nos impulsa a transformar el dolor en acción y construir igualdad cada día.

“El manicomio es un museo de horrores, un álbum vivo de esperpentos” Luca De Tena (Los renglones torcidos de Dios)

La VIII edición consolida el festival como referente del cine dirigido por mujeres, con más de 64.000 espectadores.

El impacto de la menopausia en el entorno laboral y la necesidad de una respuesta inclusiva